Recientemente hemos publicado nuestro primer artículo sobre whiskies, catando un GLENMORANGIE Original 10 años y, antes de continuar con ellos, nos gustaría compartir con vosotros algunos de los principios que consideramos importantes a la hora de catar el ‘agua de vida’.
Lo primero será elegir el vaso adecuado. Escogeremos un vaso siempre transparente que nos permita disfrutar y apreciar el color de nuestro apreciado licor.
Sobre el tipo de vaso hay que tener en cuenta que el típico vaso de whisky no es el más óptimo para una cata, y más cuando no se emplee hielo en ella, será mejor usar un copa de tulipa de los típicos de Jerez, su forma y boca estrecha nos permitirá al acercar la nariz apreciar los olores del licor de la forma más óptima posible. En caso de tomarse con hielo, el vaso tumbler (con una base gruesa y estrechándose en su parte superior) será el óptimo.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es la temperatura del whisky y su ‘mezcla’ o no con agua o hielo.
Si bien cada uno tiene sus propios gustos, en general recomendaríamos que, con los whiskies de malta y premium, se tomen a temperatura ambiente y evitáramos añadir hielo (tenderá a derretirse y por tanto licuara nuestra bebida en un porcentaje y ritmo fuera de nuestro control) y/o agua. ¿La razón? Se supone que el master blend que ha desarrollado nuestro whisky lo ha hecho pensando en la cantidad e intensidad ideales de agua.
También existen en el mercado las llamadas ‘piedras de whisky’ que se meten en el congelador y aportan frio a nuestra bebida sin aportar agua ninguna, sin embargo, estas piedras no suelen ser muy efectivas suponiendo en muchos casos un engorro más que un beneficio para nuestra experiencia.
En el caso de los whiskies cask strenght (embotellados con la fuerza de la barrica, sin rebajar su graduación) si se recomienda acompañarlos de unas gotas de agua para rebajar su graduación alcohólica y al tiempo poder apreciar sus notas y aromas. Debemos pensar que el whisky es como un bosque que ha permanecido seco dentro de la botella, si paseamos por un bosque y de repente empieza a llover notaremos rápidamente como empezamos a apreciar los olores de una forma mucho más intensa y rica. Es por esto por lo que en muchas ocasiones disfrutaremos de una experiencia diferente si añadimos un poco de agua, hay quien incluso llama al proceso de añadir agua “abrir” el whisky, añadiremos solo unas gotas (por ejemplo, en un vaso de jerez nunca deberíamos añadir más de medio dedo de agua del tiempo).
¿Cuál es la cantidad de whisky adecuada para una cata? Nuestra recomendación es que sirváis una cantidad entre 35ml y 50ml.
Una vez contamos con el recipiente adecuado, en la temperatura, cantidad y forma correcta comienza la cata: Ya con el ‘agua de vida’ en nuestro vaso os recomendamos que inclinéis la copa para poder observar la lagrima o huella que el whisky deja en el vaso; esto será un indicativo de la densidad y untuosidad del licor.
Posteriormente podríamos observar con detenimiento el color de nuestro whiskey, aquí podremos apreciar sus matices y tonos y así poder ir detectando las diferencias entre diferentes tipos de whisky.
Tras mirar a los ojos a nuestra bebida podremos pasar a probarlo, para ello recomendamos tomar un pequeño sorbo y permitir que recorra nuestra boca con delicadeza de forma que todo nuestro sentido gustativo pueda disfrutar del sabor, será aquí donde el añejamiento de nuestro whisky se manifestara dejándonos un mayor o nivel rastro alcohólico en el paladar entre otras muchas cosas.
Ahora que ya os hemos contado como disfrutar más de la cata en nuestra humilde opinión, estamos todos listos para recorrer el apasionante mundo de los whiskies entre fumada y fumada.
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