«Buen comienzo, mal fin». «Prometía y acabó defraudando». «Los primeros capítulos muy buenos pero a partir del tercero se viene abajo». «Las dos primeras canciones del álbum son muy buenas, el resto chirrían». «Muy buenos primeros quince minutos, luego el equipo se vino abajo». «Una delicia de obertura, luego me moría de aburrimiento». Decidlo como queráis, pero siempre nos pasa esto. Un libro, una película, un partido, una ópera, el nuevo álbum de tu grupo preferido,… Y un puro.
Y este puro es el QUAY D’ORSAY Coronas Claro. El cuál nos trajo un amigo y socio de uno de sus viajes de trabajo por Europa. A los que somos habaneros, que en este club sigue habiendo unos cuantos, nos dio una bofetada en la cara, y pocos argumentos para defenderlos frente a los empujones de los nicaragüenses y dominicanos.
QUAY D’ORSAY, saga francesa nacida en 1973 bajo el impulso del por aquel ministro de Economía y Finanzas, Valéry Giscard-d’Estaing, con la que pretendía dotar a Francia de una marca prestigiosa producida en Cuba. El patronímico de la marca no tiene nada que ver con el Ministerio de Asuntos Exteriores francés (ubicado en el Quay d’Orsay de París), sino con la SEITA (Sociedad de Explotación Industrial de Tabacos y Cerillas, que fusionado con grupo Altadis, fue adquirida por Imperial Tobacco como ya sabréis), cuya sede social se situaba en esa misma orilla del Sena en París.
El proyecto supervisado por el especialista en tabaco Gilbert Belaubre, fue ejecutado por Cubatabaco por la manufactura de ROMEO Y JULIETA. Conforme a las preferencias francesas del momento, la capa es clara y la liga más bien ligera. Pero el concepto nunca ha llegado a cautivar al consumidor francés, fiel a las marcas históricas. Aun así, los QUAY D’ORSAY se beneficiaron de una campaña de relanzamiento en verano de 2005 y hoy son las única marca de cigarros extranjera que se fabrica en Cuba.
¿Y cómo es el susodicho tabaco que se merece esta crítica tan dura? Pues un cigarro que empieza enamorándote por esas caladas picantes en el primer tercio mezcladas, con notas muy marcadas a nuez. Que empieza con un tiro excepcional, y un humo aun mejor. Con un toque dulzón que nos cautivó.
Pero comenzó el segundo tercio, y he aquí la debacle. Desaparecieron las notas a nuez, lo que podemos achacar a la evolución del cigarro, perdió fuerza el picante. Empeoró el humo, y el tiro se convirtió en un sufrimiento, sólo apto para capacidades pulmonares de ciclistas o triatletas en excepcional estado físico. En este tercio, toman fuerza las notas amaderadas.
Ya el tercer tercio se convirtió aquello en un constante acudir a cerillas o mecheros para continuamente encender el cigarro casi en cada calada. Con gran esfuerzo conseguimos diferenciar unas notas picantes nuevamente, en este caso por la canela. Poco más podemos decir.
La ceniza bastante blanca y con rodales, se mantuvo más estable que el cigarro en sí. El humo tal y como os hemos comentado antes, empezó muy bien, hasta convertirse en algo inexistente.
Con todo esto sorprende que la nota media de este cigarro sea un 7. Suponemos que será porque tenemos memoria selectiva y nos acordamos más de los buenos momentos, buenas caladas, … que de lo malo.
Características:
- Cepo: Corona (5 5/8″ × 42)
- Origen: Habano
- Precio: 8,20 euros
- Tiempo de fumada: 45-60 minutos
- Capa: Habana
- Capote: Habana
- Tripa: Habana
Valoración del club:
- Tiro: 6/10
- Prensado: 7/10
- Sabor primer tercio: 7,5/10
- Sabor segundo tercio: 7,5/10
- Sabor tercer tercio: 7/10
- Ceniza: 7/10
- Humo: 7/10
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